~Match POV~
Mi familia es muy deportista así que era natural que mi Cutie Mark estuviera relacionada con el deporte, aunque no me fue tan sencillo conseguirla.
Cuando todavía no la tenía, durante una cena le comenté a mis padres y a mi hermano mayor que quería ganarla y ellos aceptaron ayudarme. Temprano al día siguiente, mi papá me llevó a la cancha de fútbol.
—Le pedí al entrenador que te ayudara —dijo él.
—Gracias, papá.
—¡Así que aquí está el camarón!
Vi que un pony macho excesivamente musculoso y gritón se acercó a nosotros.
—¿Camarón? —pregunté confundido.
—¡Sí! ¡Yo sólo veo un pequeño camarón debilucho! —me habló muy fuerte en la cara y me daba la impresión de que escupía al hacerlo, ¡ugh!
—¿Puede ayudarlo, entrenador? —preguntó mi papá.
—¡Veré qué puedo hacer para que el camarón se convierta en un feroz tiburón! —respondió sin dejar de gritar.
A partir de ahí comenzó la tortura: me hizo correr alrededor de la cancha "hasta que él se cansara de mirarme", luego empecé a hacer flexiones, sentadillas y otras pruebas de resistencia. Para cuando terminé, sentía todo el cuerpo entumecido.
—¡Es hora de patear el balón! —gritó él.
Me colocó de vista a la portería, donde otro pony portero esperaba a que empezara a hacer tiros.
—¡Más te vale meter ese balón en la red, camarón! —me exigió el entrenador sin bajar ni un momento el volumen de su voz.
Yo empecé a patear el balón, pero mis patas ya no me respondían: comencé con un tiro muy débil que el portero atajó de inmediato, el siguiente tiro fue igual y al siguiente caí al pasto porque ni le di al balón y perdí el equilibrio.
—¡Con fuerza!
Usé todas mis fuerzas para patear en el último intento: el tiro fue potente y directo... al cielo: saqué el balón de la cancha.
—¡Así no! ¡El fútbol no es para ti! —gritó él, malhumorado.
Me sentí avergonzado y mejor decidí volver con mi papá. Al volver a casa les platiqué cómo me fue.
—¡Ja, ja! ¡Qué torpe! —dijo mi hermano mientras reía.
—Silencio por favor, Slapshot —lo regañó mi madre y luego me miró—. Mañana probarás suerte conmigo.
—Está bien... —dije con cansancio. Lo único que quería en esos momentos era dormir.
Mi familia es muy deportista así que era natural que mi Cutie Mark estuviera relacionada con el deporte, aunque no me fue tan sencillo conseguirla.
Cuando todavía no la tenía, durante una cena le comenté a mis padres y a mi hermano mayor que quería ganarla y ellos aceptaron ayudarme. Temprano al día siguiente, mi papá me llevó a la cancha de fútbol.
—Le pedí al entrenador que te ayudara —dijo él.
—Gracias, papá.
—¡Así que aquí está el camarón!
Vi que un pony macho excesivamente musculoso y gritón se acercó a nosotros.
—¿Camarón? —pregunté confundido.
—¡Sí! ¡Yo sólo veo un pequeño camarón debilucho! —me habló muy fuerte en la cara y me daba la impresión de que escupía al hacerlo, ¡ugh!
—¿Puede ayudarlo, entrenador? —preguntó mi papá.
—¡Veré qué puedo hacer para que el camarón se convierta en un feroz tiburón! —respondió sin dejar de gritar.
A partir de ahí comenzó la tortura: me hizo correr alrededor de la cancha "hasta que él se cansara de mirarme", luego empecé a hacer flexiones, sentadillas y otras pruebas de resistencia. Para cuando terminé, sentía todo el cuerpo entumecido.
—¡Es hora de patear el balón! —gritó él.
Me colocó de vista a la portería, donde otro pony portero esperaba a que empezara a hacer tiros.
—¡Más te vale meter ese balón en la red, camarón! —me exigió el entrenador sin bajar ni un momento el volumen de su voz.
Yo empecé a patear el balón, pero mis patas ya no me respondían: comencé con un tiro muy débil que el portero atajó de inmediato, el siguiente tiro fue igual y al siguiente caí al pasto porque ni le di al balón y perdí el equilibrio.
—¡Con fuerza!
Usé todas mis fuerzas para patear en el último intento: el tiro fue potente y directo... al cielo: saqué el balón de la cancha.
—¡Así no! ¡El fútbol no es para ti! —gritó él, malhumorado.
Me sentí avergonzado y mejor decidí volver con mi papá. Al volver a casa les platiqué cómo me fue.
—¡Ja, ja! ¡Qué torpe! —dijo mi hermano mientras reía.
—Silencio por favor, Slapshot —lo regañó mi madre y luego me miró—. Mañana probarás suerte conmigo.
—Está bien... —dije con cansancio. Lo único que quería en esos momentos era dormir.